Libia, en el camino hacia Irán

         La liquidación de Muamad Gadafi ya veremos en qué acaba. Los métodos de los matarifes han sido censurados no sólo por la decencia de la moral pública sino también por el mismísimo presidente Barack Obama, que inició en su día las hostilidades contra Libia. Obama, impresionado por el ensañamiento que muestran las imágenes difundidas, considera que hasta los dictadores merecen una muerte decorosa y pone de ejemplo el tratamiento que ellos le dieron a la muerte de Bin Laden, donde no se difundió foto alguna – como no fuera la de Hilary Clinton tapándose la cara sobrecogida ante las imágenes que le llegaban en directo a la Casa Blanca, donde presenciaba, con la plana mayor del Gobierno norteamericano, la ejecución del líder de Al-Qaeda. Pero, pelillos a la mar, sí hay diferencia entre lanzar sin más gaitas un cadáver al infinito océano a sepultarlo ya corrupto en el inagotable desierto en una tumba sin nombre. Mucha diferencia.

La caída de Gadafi. Una explicación diferente

      Estoy seguro que el astuto lector se habrá preguntado por qué Libia y por qué ahora. También le pasa a este humilde servidor y, en mi búsqueda de la escurridiza verdad, he topado con un artículo de Ellen Brown, que voy a trasladar del blog a estas páginas, es decir, a re-fusilar, por parecerme interesante y plausible.

La doctrina Barack Obama

    Había expectación. Barack Obama iba a hacer unas declaraciones sobre Libia desde la Universidad de la Defensa Nacional en Fort MacNair, Washington D.F y, si alguien sabía de qué iba el asunto en ese país africano y quiénes eran realmente los rebeldes que se alzaban- y aún lo hacen- contra un Gadafi domesticado dentro de su jaima de beduino, tenía que ser el inquilino de la Casa Blanca, cuya determinación de sacar las tropas de Irak daba un sesgo a la política exterior de la superpotencia que rompía el intervencionismo preventivo de la administración W. Bush.

Elegía a propósito de Libia

      La situación en Libia enciende una hoguera en tierras del Islam que amenaza la estabilidad de la región con más evidencia que las otras rebeliones en marcha porque el poder no ha cedido pacíficamente a las demandas populares, no ha buscado una treta para burlarlas, no ha aplazado la revolución para aliñarla y presentarla como reformas, sino que se está defenadiendo, contraatacando abiertamente. La violencia, los refugiados, los muertos aumentan. ¡Venir con revoluciones a Muamar Gadafi! Precisamente él se considera el líder revolucionario de un panarabismo frustrado y culpa a los islamitas y a Al Qaeda de instigar la sublevación. Es la misma excusa con la que Occidente le permitió a regañadientes perpetuarse en el poder a pesar de probarse su implicación en actos terroristas. ¿Será verdad? Y si fuera verdad que toda esa gente se moviliza por consignas islamistas, ¿se debería callar y permitir que Gadafi los reprimiera? ¿Se pueden dejar a los islamistas moderados o no pero seguidores de la sharia fuera de un sistema democrático?