Archivo mensual: enero 2024

Lo que no dijo MIlei

Cuando Javier Mile, el  flamante presidente de Argentina, se subió a la tribuna en el Foro de Davos y se colocó las gafas con una apariencia de profesor chiflado y anunció que Occidente está en peligro, yo me temí lo peor: el cambio climático hasta la desertización de la Tierra, una  guerra atómica hasta la destrucción total de la civilización, o tal vez el Juicio Final donde  antes entraría un camello por el ojo de una aguja que un rico en el Reino de los Cielos…  ¡Qué sé yo, hay tantas cosas que nos asustan! Una tragedia en todo caso para aquel auditorio de empresarios, magnates y líderes mundiales que gozan de la  vida.

Nada de eso fue.  Milei traía una amenaza más urgente: la utopía de dar a cada uno según sus necesidades y recibir de cada uno según sus posibilidades. Es decir, anunciaba el fantasma  del socialismo, y explicó el por qué: <<[…] porque aquellos que supuestamente deben defender los valores de Occidente se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza>>. ¿Olvidó Milei que el socialismo entronca directamente con la filosofía occidental? Sea como fuere, lo dijo como si la pobreza y otras lacras, que son más que evidentes incluso en Occidente si uno se asoma a la ventana, no tuviera nada que ver con el capitalismo  en estos siglos de ideología dominante. Y, por muchas vueltas que le doy al mapamundi, yo no veo mucho socialismo (y aún menos comunismo) entre los cerros de miseria, y sí veo Estados fallidos esclavizados a multinacionales y líderes corruptos que les rinden vasallaje. Veo un mundo polarizado y, en suma, el fracaso del neoliberalismo.

Pero, como esta realidad no puede ser ignorada, Milei culpó en origen al modelo neoclásico económico (s. XVIII) de donde, según él,  deriva la aceptación de que el  Estado debe intervenir para  corregir los fallos del mercado, es decir las desigualdades y las injusticias que recorren  el mundo como los cuatro  jinetes del  Apocalipsis. Y aquí Milei hizo un corte: Hablar de fallos del mercado, que ha traído la riqueza al mundo,  es un oxímoron. ¡No hay fallos en el mercado!, enfatizó.  Y es bajo este error que se ataca con regulaciones a estructuras concentradas tales como los monopolios, que son, precisamente, lo contrario al mercado de libre competencia que él  dice defender.  No hay quien le entienda y, quizás por eso, demanda un Estado mínimo, tan mínimo que pueda garantizar que el capital campe a sus anchas y reprima con contundencia cualquier movimiento de protesta. O, como lo expresó en otra ocasión dirigiéndose a los “zurdos”: <<¡El estado te lo metés en el orto y viva la libertad, carajo!>>. Le faltó decir: <<El Estado soy yo >>. Esta inferencia no es gratuita: es la lógica del capitalismo desbocado que busca la ultraderecha.

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Un cóctel ultra y la polarización política

Cuando Javier Mile, el  flamante presidente de Argentina, se subió a la tribuna en el Foro de Davos y se colocó las gafas con una apariencia de profesor chiflado y anunció que Occidente está en peligro, se me antojó un pego, como decir que Tierra es redonda. Pero me duró poco la risa, pues  me vino a  la mente el Inicio del Manifiesto Comunista donde Marx escribe:  <<Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo>>. Me temí lo peor y ocurrió cuando Milei dio forma corporal a aquel fantasma y justificó  su alarma <<…  Está en peligro porque aquellos que, supuestamente, deben defender los valores de Occidente se encuentran  cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza>>. Probablemente olvidó que el marxismo deriva en línea directa de la filosofía occidental, y cómo si la pobreza y otras lacras, que son más que evidentes incluso en Occidente si uno se asoma a la ventana, fueran una cuestión del socialismo y el capitalismo no hubiera tenido nada que ver en estos siglos de ideología dominante. Sigue leyendo

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El ejemplo de Casas Viejas

Por estas fechas de enero se cumplen los 91 años de los trágicos sucesos de Casas Viejas (Cádiz), es  decir, la rebelión del campesinado anarquista levantado en armas contra la República. La consiguiente represión de las fuerzas del orden fue considerada como “una razzia de mercenarios de la Legión en un aduar rifeño”, según el periódico de la CNT de la época, con lo que daban un repaso a la ocupación colonial del Rif.  Para Ramón J. Sender, que fue primer periodista que se acercó a la aldea y envió sus reportajes para La Libertad, fue “una matanza” (Léase su Viaje a la aldea del crimen).  En cualquier caso, los sucesos están bien documentados y te hacen reflexionar si uno se acerca estos días a Casas Viejas (o Benalup, por su nombre más antiguo, árabe o romano) y observa las fotografías que cuelgan de las paredes de un bar cercano a la iglesia: chozas miserables, calles terrizas, perros sarnosos, burros ciegos deshilachándose por la alopecia, mujeres enlutadas cubierta la cabeza con pañuelos negros, cobijadas que asomaban el único ojo de la diosa al-Uzza, ropas desteñidas y remendadas cubriendo cuerpos enflaquecidos de rostros tostados y huesudos, esas manos encallecidas en el trabajo de sol a sol, hambre, miseria y moscas, siempre el enjambre de moscas, las malditas moscas revoleteando día y noche entre animales y hombres, heridas y llagas.

Nada que ver con el pueblo actual y su población de niños chapoteando el agua en la piscina municipal bajo la tierna mirada de sus rollizas madres. Las famosas chozas de planta circular y tejado de paja, que antaño conformaban  el pueblo, (propias, por lo demás,  de la región de La Janda y de las zonas lacustres desde el neolítico en general), hoy se construyen solo como elemento etnográfico en el jardín de las casas o chalets de lujo, entre la piscina y el coche. Esa transformación  hace pensar en la justicia de aquella lucha y de su viabilidad en estos momentos. Es decir, meterse en el análisis de las condiciones objetivas. En Benalup-Casas Viejas ciertamente se puede leer el ¡boom! de la construcción y el ¡bam! de la crisis del ladrillo como en pocos lugares de España, y sorprende la abundancia de casitas adosada con su jardincito a la entrada, modelo inequívoco de los “pobres ricos” del thatcherismo, y da grima las construcciones a medio acabar, prueba de la ruina de un país endeudado en la crisis de 2008 cuando se evaporó aquel sueño. Pero, ¿se podría hoy imaginar en esa población, pacífica y acomodada al subsidio del paro, un levantamiento del comunismo libertario como el que lideró “Seisdedos” en 1933 y atribuyó a Manuel Azaña la orden a la Guardia Civil de disparar “tiros a la barriga”?  Ni de broma, ¿verdad? Y, si tal sucediera, provendría de un capitalismo libertario, tipo Milei, que es lo que promueve las formas  ideológicas más radicales de la ultraderecha.

Cierto es que hay un tapón en este sistema y que, por poner un solo ejemplo, es indignante tener que luchar por la subida de ¡75 euros al año! del salario mínimo interprofesional.  Pero si se sueltan las energías de una radical transformación social y económica,  ¿cuál sería el “genio” que nos concedería los deseos de un mundo de justicia e igualdad? No el que surgiera de aquellos que repetirían las peores características del existente: sus jerarquías, sus privilegios y sus desigualdades.

 

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