La cuestión Pedro Sánchez

De las innumerables declaraciones y acusaciones cruzadas entre los dirigentes del PSOE, dos me han llamado poderosamente la atención. Ambas provienen de confidencias. La primera y más grave, acaso la señal de rebelión contra Pedro Sánchez, proviene de Felipe González, quien se sintió engañado porque Sánchez le dijo que pensaba votar contra la investidura de Rajoy en primera instancia y, en la segunda votación, abstenerse. González no es un hombre que mienta y Sánchez pudo cambiar de opinión, siguiendo las directrices del Comité Federal. Las fechas concuerdan. Por demás, este cambio lo puede entender González, quien en un momento histórico pasó de proponer el No a la OTAN a hacer campaña a favor del Sí. Que no le guste es otra cosa. El expresidente González fue el primero que demandó una Gran Coalición PP-PSOE en aras del salvar el bipartidismo. La abstención era el mal menor.

El río de fuego

La metáfora del título es de William Morris. El “río de fuego” es lo que separa un sistema capitalista de otro socialista.  El 29 de agosto, preguntado Pedro Sánchez qué haría si Rajoy no lograra la investidura para formar Gobierno, respondió: “Cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente”. Era optimista.  Es cierto que entre la orilla en la se encuentra el actual secretario general del PSOE y la otra orilla donde anida la esperanza de un cambio debería haber un puente, si no hubiera sido dinamitado, fundamentalmente, por agentes de su propio partido. Algo también ayudó el pacto con C´s y los coros mediáticos en manos del gran capital. Hoy está Sánchez en medio del fuego. Si vuelve atrás, quedaría desdicha su palabra y arruinado su proyecto político, aunque la orilla a la que él se encaminaba no fuera el socialismo de Morris ni los que le esperan al otro lado fueran, pese a la retórica, a cambiar el sistema capitalista, sino tomar la vía de una socialdemocracia avanzada que se opusiera al neoliberalismo y recuperara el Estado del Bienestar. Si sigue adelante, puede que le hundan el bote y se queme en las páginas de la historia. Difícil dilema.

Los pobres y el microcrédito

Hace unas fechas (18/9) el padre Jaime Loring publicó en el Dirario Córdoba un artículo que, con todo el respeto, me permitiré comentar con el mismo ánimo que él escribe: es decir, como ya confesara a Rosa Luque en una entrevista de 2011, buscando “poner la economía al servicio de las personas y no al enriquecimiento de unos pocos”.

En el mencionado artículo el padre Loring afirma que “a fuer de ser objetivos hemos de reconocer que el capitalismo es un sistema económico de una perfección técnica asombrosa… pero que está asociada a una incapacidad para distribuir la riqueza… de tal modo que tres cuartas partes de la humanidad sigue careciendo de los servicios más elementales”. ¿No es esta la clave? ¿No deben estar los medios subordinados a los fines? Y cuáles deben ser los fines de un sistema económico justo, ¿beneficiar a los más o ampliar las desigualdades ente los hombres y beneficiar a los menos? En consecuencia, la “perfección técnica”  es una imperfección.  Efectivamente, la famosa “mano invisible” de Adam Smith es la muy visible del Estado, que es un poder de clase, y la clase de los amos del mundo de ayer y hoy tienen, por “vil divisa”, según el mismo Adam Smith: <Todo para nosotros, nada para los demás>. Michael Perelman  es más expresivo en la metáfora y considera que el capitalismo ata a los hombres con “invisibles esposas (handcuffs)”.

El 11/9 y el día después

Supongamos que yo me entrevisto a mí mismo y me preguntara qué estaba haciendo el 11 de septiembre de 1973. Me respondería que enterándome por la noticias del golpe  contra el electo presidente Salvador Allende de Chile. Al día siguiente preparaba indignado mi renuncia a continuar jugando en el equipo de fútbol de mi universidad norteamericana donde un chileno, compañero de equipo, se acercaba cada maña a los entrenamiento jactándose de que si le dieran cien mil dólares se cargaría al concha su madre de Allende.  Pinochet se le había adelantado. Renuncié como un acto de protesta y nadie me entendió, pues la versión oficial era que se traba de un asunto de los chilenos sin intervención de EEUU. Hoy sabemos que no fue así.

La renuncia de Soria

¡Uh, qué raro! A solo horas de que Rajoy justificara, a propuesta de su ministro de Economía en funciones, señor de Guindos, la candidatura del  exministro José Manuel Soria para el Banco Mundial (BM), el candidato renuncia. ¿Pues no era lógico y legítimo que el ex -ministro optara ese cargo, según le escuchamos decir ayer mismo a Rajoy y De Guindos?

La verdad era que presentar a ese  organismo internacional a Soria, que tuvo que dimitir del Gobierno español por poseer empresas en paraísos fiscales y negarlo, sonaba a puerta giratoria y tenía bemoles, cuando el PP mismo está en periodo de contrición por las acusaciones de corrupción. Tal vez querían repetir la operación Rato, pero ahora no nos tienen que pagar por la participación en la guerra de Irak y Rato fue más bien un fiasco. En fin, que no ha resultado. 

Juicio a la ingratitud (escena teatral)

(Reservado en un bar. Varias mesas. Una, distanciada algo del resto, colocada a modo de tribuna. Un grupo de personas, todas ilustres, acompañadas de su trago largo, parlotean).

Presidente (golpeando con la copa la mesa): Silencio, por favor. Nos hemos reunido para juzgar la conducta de nuestro miembro Arturo en el honorable grupo-wassap de los Cráneos Priviegiados, oír los cargos contra él, escuchar su defensa y decidir si debe o no ser expulsado, como solicita  Matías. El señor Matías tiene la palabra.

Matías: Señores cráneos privilegiados: En la noche de autos, en presencia de testigos, el señor Arturo, violando la sagrada hospitalidad, acusó a Jaime de fascista. Solicito en consecuencia su expulsión del grupo, ya que de no hacerlo deberíamos expulsar a Jaime, antes que mantener con nosotros un fascista. ¿Es Jaime fascista? ¿Puede anidar el fascismo en un cráneo privilegiado?

Voz: Muy bien. Muy bien. Ni en un cráneo medianamente desarrollado.

Ora voz: Exacto. Que se diga si somos fascistas.

Otra voz: O si nuestros cráneos no son privilegiados.

(Explosión de risas y comentarios)

Sesión de investidura

En un análisis de la sesión de investidura de Mariano Rajoy, yo empezaría por Albert Rivera. ¿Que debería ser el último? Tal vez. Pero a mí me hace gracia este hombre que se permite subir a la tribuna y rebajar el triunfalismo de Rajoy a quien apoya. A Rivera no le gusta que “algunos se conformen y digan que vamos bien”, como asegura Rajoy, porque así él tiene algo que hacer. Así es que, para corregir este optimismo y mejorar el programa del PP y quién sabe si salvar a España, nació Albert Rivera y ha trabajado y trabajado como un mulo de carga “mientras otros se van de vacaciones”. Concedámoselo. Rivera no ha descansado un minuto tratando de poner de acuerdo al PP y PSOE y meterse él para que sus votos sirvan para algo. Su posibilismo iguala a su ambición y esta a su impotencia. Lo que pasa es que, además de “los puntos comunes” en política como en cualquier aspecto de la vida, hay los que nos separan y que pueden ser irreconciliables, como observó Camus al amigo alemán que pretendía justificar al nazismo por el amor a su patria. Una cosa así vino a decir Albert Rivera cuando afirmó que “amamos a nuestro país porque lo queremos mejor”, que recuerda aquel “Criticamos a España porque la queremos mejor” de José Antonio Primo de Rivera. Es posible que quisiera decir otra cosa. Los tiempos cambian.