La diplomacia y Cuba

    A mí me parece que ahora es el momento para opinar sobre Cuba con cierta libertad, porque ya no hay disidentes en huelga de hambre (Guillermo Fariñas empieza a beber agua y todos pasamos el mal trago) ni presiones extemporáneas de la administración norteamericana, sino que el bloqueo sigue, pero el zarandeo al gobierno revolucionario es más tenue, a la espera siempre de que se rinda más y de pasos hacia la deconstrucción del socialismo imperante, y monta tanto/tanto monta el cardenal Ortega como el ministro Miguel Ángel Moratinos, y no nos vamos a pelear porque la derecha enfatice el mérito del uno y la izquierda el del otro en la excarcelación de esos 52 presos políticos. Porque, díganme, qué más da. ¿Nos hemos pasado desde el 2003 protestando por el encarcelamiento de los integrantes cubanos del llamado grupo de los 75, para que ahora vengamos con regateos por el lado derecho y goleadas por el izquierdo? Ni eso ni lo otro. Demos la bienvenida a esos excarcelados y no ninguneemos a nadie en esta operación humanitaria que no puede, sin embargo, ocultar su gran calado político.

Gentes de Harvard

Una de las mayores prerrogativas de una ‘chair‘* en la Universidad de Harvard es poder proyectar el pensamiento or-gánico y cosechar admirativas palmaditas en los foros de banqueros. Mírese, si no, la controversia que ha suscitado Samuel Huntington por afirmar lo que les gusta oir a los belicistas: «que, superados los enfrentamientos ideológicos, nos encaminamos a una guerra de civilizaciones». El asunto es que los conflictos no paren para que no se entumezca la maquinaria militar ni las inversiones que la mueven.