¿Dónde está Rodger?

Es muy probable que este sea el momento en el que usted ha  terminado de lavarse las manos o de almorzar y, al abrir satisfecho la prensa del día y leer sobre el feliz retorno de la democracia a Chile,* se vea importunado por esta pregunta retórica que yo le hago, sin que sepa quién es Rodger ni quien soy yo. Permítame, si tal es el caso, que yo, whoerever I’m, le aclare que Rodger es un chileno que allá por el comienzo de los años 70 estudiaba negocios en una Universidad de California, jugaba al fútbol en el equipo universitario y, cada mañana, no muy contento con la gestión de Salvador Allende** en su país, llegaba a los entrenamientos con una misma proposición:

El rojo

El 19 congreso del Partido Comunista Italiano, además de dividirse y reafirmarse en la línea refundacional de Occhetto*, ha  tenido la gentileza de dejar el rojo como el color emblematico del movimiento obrero y yo, aprovechando el vacío de legitimidad de la hora presente, en nombre de los obreros de España y del  mundo unidos, le doy las gracias. No sé si semejante agradecimiento me incluye ya de derecho, de hecho o de observador en la II Internacional y, por ello, si soy socialdemócrata, socialista, comunista, de Ligachov o de Gorbachov, de Carrillo,  de Anguita o de Pérez Royo. A lo mejor paso del rollo de las corrientes de opinión dentro del galimatías y me fumo con el camarada Fidel un puro hecho a mano.

¿Qué hacer?

A la gente como yo no nos importa que Violeta* haya, por fin, tomado la revancha de aquellas elecciones que el clan de los Chamorro perdió en 1963 en favor del candidato somocista, René Schick. Ni siquiera nos importa recordar la función que el periódico de los Chamorro, La Prensa, tuvo desde que en l979 triunfó el Frente Sandinista**, quejándose de cualquier restricción que vulnerara los intereses de los propietarios y los comerciantes empeñados en mantener sus antiguos privilegios en palabras de Julio Cortázar, que fue testigo de los primeros años de la revolución y nos dejo un bello libro, Nicaragua tan violentamente dulce. La ideología  burguesa liberal de los Chamorro, enfrentada clánicamente a la superprivatización somocista y después a la colectivización sandinista, es bien conocida y, por eso, no  nos conmueven las recientes declaraciones de la presidenta electa de la UNO de reprivatizar la tierra y otras empresas estatales. Para eso estaban en la oposición al sandinismo, ¿no?