Las dificultades de a-liar civilizaciones*

Uno de los acontecimientos más sorprendentes en la España democrática es la reacción de las fuerzas conservadoras a la idea de la Alianza de Civilizaciones[†]. Desde el primer mometo las descalificaciones, burlas y chistes no han parado. Una risa nerviosa, desde luego, como producto de la mala conciencia, porque parece lógico desde el nivel humano que cualquier intento de disminuir o apaciguar los enfrentamientos ya sea entre individuos, pueblos, etnias, grupos de interés, religiones, culturas, civilizaciones o cualquiera que sean los sujetos que formen la historia, debería ser aplaudido. Parece lógico que se busque partir de algún principio concertado en el que podamos basarnos para que la reunión, el religare, tenga sentido. Esto si se quiere el entendimiento y la paz.

Las preguntas de Edward Said en “El mito del choque de civilizaciones”, comentario a la conocida teoría de enfrentamiento de Huntington[‡] son pertinentes de entrada. Se pregunta Said: “¿Es prudente crear una imagen simplificada del mundo para más tarde ofrecérsela a militares y legisladores civiles como un medio para comprender el mundo y luego actuar en él?… ¿Acaso no es ésta una forma de prolongar y aumentar los conflictos?… ¿Deseamos el choque de civilizaciones?” (1)

El voto femenino

 

La imagen de Arias Cañete en el debate cara a cara con Elena Valenciano, balbuceando y haciéndosele chicle las palabras en la boca ensalivada fue un poema. Luego, al salir con la sensación de haber perdido ante una mujer, muy sensible se excusó de que “hacer abuso de superioridad intelectual puede parecer que eres machista y estás acorralando a una mujer..” Una cosa así. Los estudios universitarios de que alardea este señor debió de haberlos comprado con la pasta que dicen que tiene. Vaya ministro más zopenco y machista. No es solo que “meó fuera del tiesto”, como dijo el de IU, sino que, como dirían en mi pueblo “la cagó”, y perdóneseme la escatología. A Elena Valenciano se lo ha puesto a huevo.

Piketty: reto al capital

Thomas Piketty: he aquí al hombre de moda. Su libro Capital en el siglo XXI ha surgido en medio de la crisis como un fantasma que recorre el mundo: el fantasma de una socialdemocracia dispuesta a plantarle cara al neoliberalismo. Pero no se precipiten a adquirirlo en las librerías: publicado en francés por Seuil en noviembre de 2013 no ha sido traducido aún al castellano (saldrá en otoño) y la edición inglesa por Harvard University Press, abril 2014, se ha agotado en tres semanas. Es un best-seller que ha encontrado millones de lectores no sé sabe dónde. Piketty fue consejero de Ségolène Royal, candidata a la presidencia de la República Francesa por el partido Socialista en 2007. Los que lo han leído y comulgan con las ideas de Piketty se deshacen en elogios, por su rigor histórico y la honradez intelectual. Lo que Piketty viene a sostener es que, históricamente, la renta del capital no ha hecho más que incrementarse por encima del crecimiento económico, creando proporcionales desigualdades. Nadie puede rebatir esto. Hoy el 1% posee el 50 % de la riqueza del mundo.