Mitineros hacia Europa

Cuando Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, dijo recientemente que “en Europa hay que volver al camino correcto, que es la izquierda”, me quedó la duda por donde quedaba la derecha, porque le faltaba como definición. Pero cuando días más tarde Elena Valenciano, cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas del día 25, se llevó consigo a un mitin a Rodríguez Zapatero y reivindicó su legado político como modelo de defensa de los derechos sociales, mostró la candidata, si no el camino directo de amplias avenidas que conducen al socialismo, sí un buen atajo para que la política recobre algo de la dignidad perdida. Sin duda, la recuperación de la figura de Zapatero es un acto de valentía, porque la derecha lo ha usado como chivo expiatorio de todos los males, y tampoco eso.

Una estrategia para la izquierda

El norteamericano Warren Buffett, tercera fortuna del mundo, declaró no hace mucho que había habido una lucha de clases y que su clase había ganado, y me encontraba yo meditando cómo darle la vuelta a la tortilla y mejorar a los de mi clase, porque de ningún modo puedo yo considerarme de la clase del señor Buffett, cuando hete aquí que me entero por el pesoísta Juan Moscoso del Prado que “las clases, tal como un día las entendimos, desaparecieron”. Me quedé sin discurso, no tanto por la obviedad misma de mi ruina (o la de usted), sino por ser afirmación de un político de tronío que se califica de izquierdas .

García Márquez y los derechos humanos

Ha muerto el colombiano Gabriel García Márquez, ese maravilloso escritor con cara de gitano y ojos de niño que nos ha dejado obras tales como Cien años de soledad, donde se recrea, entre el mito y la hipérbole, la realidad latinoamericana. De los Encuentros de Escritores en Valparaíso (1958 y 1960), organizados por el poeta chileno Gonzalo Rojas, nació aquella preocupación por la problemática política y cultural del Continente y la intención de universalizarlas, en unos momentos de descolonización del Tercer Mundo. La Casa de las Américas fue el eje central de lo que, más frívolamente, se dio en llamar el “boom” y que García Márquez llegó a repudiar, aunque siempre se mantuvo fiel a la Revolución Cubana y amigo de Fidel Castro.

Ahora ha muerto y en su memoria he releído el discurso que pronunció en Estocolmo cuando le otorgaron el Premio Nobel en 1982 y en donde demuestra cómo la realidad social y política de Latinoamérica es tan asombrosa y exagerada, tan brutal, que parece inventada o fabulada. Y parece inventada para nosotros precisamente porque los europeos hemos olvidado nuestra propia historia de descabelladas acciones y brutales atropellos. García Márquez nos recuerda en ese discurso algunos hechos muy reales acaecidos en Europa que, de verlos escritos en libro como “novela”, se nos antojarían fantasiosos.

Una opción política

A la vista las elecciones europeas, las políticas alternativas para salir de la crisis se agitan, dan vueltas por el ruedo ibérico ofreciendo sus candidatos y sus recetas. Tan necesitado de soluciones como el que más y acompañado de un amigo en no mejor estado que yo (o usted), me acerqué a la presentación de una de estas corrientes. En el camino, el amigo comenzó el palique:

-¿Por qué no formamos nosotros un partido? Hay una crisis de caballo, un desempleo de infarto, hastío, hambre, desconfianza en los partidos tradicionales con sus líderes desprestigiados, un descontento generalizado que prevé una abstención de órdago y que se puede aprovechar…