Pedro Sánchez entre dos noticias

Pongo la TV y un hongo de humo sale tras la destrucción de un edificio en Gaza.  Las siguientes imágenes muestran a la gente en espera de que abran las puertas  del Congreso. Adelanto de noticias que se desarrollarán en el Noticiero. El fin de la tregua en Palestina. Vísperas del día de la Constitución en nuestro país.  Desesperados gazatíes arañando los escombros para rescatar algún superviviente. Visitantes festivos contemplando en el Congreso los orificios de bala que dejó como recuerdo el asalto de Tejero a la soberanía del pueblo. ¿Quién  recodará  los  más de 6 mil menores de edad  muertos en esta invasión  de Israel a Gaza, como recordamos los más de seis millones de judíos asesinados por los nazis? Entonces, tras el Holocausto,  la humanidad llevaba a los labios y desde el  corazón el ¡Todos somos judíos!, y los otros… Ah, los otros se tapan hoy los ojos y acusan a la izquierda del “nuevo antisemitismo”, que no es otra  cosa que desvíos y desvaríos de  ciertos intelectuales de derechas enamorados del oxímoron. No se trata de eso. Se trata del sionismo, de la tierra (y el mar, claro, rico en gas).  En el libro Palestinos, de la periodista Lola Bañón, las declaraciones del judío israelita David Cohen nos dicen mucho de la medida del conflicto. “En algunos sitios –reconoce Cohen- las familias palestinas sólo tienen unas horas de agua mientras que, muy cerca, en los asentamientos, hay piscinas y césped.”  No se puede ser más gráfico ni más sincero. Hace falta más piscinas y césped en Gaza, diría yo.

Entre las dos noticias aparece Pedro Sánchez. PP y Vox  le acusan, entre otras muchas cosas, de  haber dado un golpe de Estado en España y de haberle  reprochado a Netanyahu en su misma cara la desproporcional represalia y el insoportable número de víctimas civiles causadas  por Israel tras el ataque terrorista de Hamás. Tal vez no fuera muy diplomático, pero es un sentir mayoritario si uno se asoma  a la TV o pregunta en la calle.  Y aún más: Sánchez no lo califica  de  ”genocidio” ni “terrorismo de Estado”. Al contrario, comprende el derecho de Israel a defenderse y no deja de enfatizar su condena a Hamás, a la que sí considera  una organización terrorista. Se le acusa también de pedir la creación de dos Estados, judíos y palestinos en paz,  según la resolución 242 de 1967 por la ONU al que remite el art. 1 de los Acuerdos de Oslo de 1993. La UE defiende la creación de los dos Estados.

Pero a Sánchez no le vals. Como no le vale el dejar en manos del TC el dictamen de si la Amnistía se ajusta o no a nuestra Constitución. No. A priori se le monta el pollo. Se le acusa de ilegalidad por haber ajustado su política al resultado de la voluntad  libremente expresada en las urnas el 23-J  y representada en el Congreso. Se le acusa de partidista, olvidando  que, en democracia, no  puede avanzar un proyecto político hacia el interés nacional sin tener el poder de acuerdo con una mayoría. Esos que acusan no tienen mayoría. Algunos son anticonstitucionales y quisieran ilegalizar más de un partido político para crear un Estado a su medida sin importarle, al parecer, incendiar España.

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Gaza en el conflicto palestino

Hay que tomar partido, traspasar esa línea que, desde el Holocausto, ha paralizado voces, pensamientos y plumas por el temor a ser tachado de antisemita. Hay que ir más  allá de esa actitud donde el valor se viste de prudencia y la verdad se solapa con la memoria histórica del pueblo judío, que fue brutal e injustamente maldecido y perseguido por deicida durante siglos.  Hay que situarse  en  Gaza hoy.

Pues, si vamos a la historia concreta de Palestina de donde el presente parte, habría que recordar  la declaración en 1919 de Lord Balfour, a la sazón secretario de Asuntos Exteriores de Inglaterra, que era la potencia colonial que la ocupaba: <<En Palestina no nos proponemos siquiera pasar por el formulismo de consultar con los actuales habitantes del territorio, a pesar de que la Comisión Norteamérica ha cumplido con la norma de preguntar qué eran. Las cuatro grandes potencias están comprometidas con el sionismo y el sionismo, bueno o malo, equivocado o acertado, está enraizado en una larga tradición, en necesidades del presente y en esperanzas del futuro, todas ellas más importantes que los deseos y prejuicios de los 700.000 árabes que ahora habitan esas antiguas tierras. En mi opinión esto está bien>>, concluye Lord Balfour.

Gaza en llamas

“Hablar de Israel –confiesa Lola Bañón en su libro Palestinos– es siempre delicado en el mundo de la información. Pero habrá llegado un momento en el que se pueda hacer una crítica legítima de las acciones de su gobierno…, sin que surja el temor de ser calificado de antisemita”. Reconozcamos que este temor atenaza no pocas plumas en un mundo donde aún se siente piedad por el destino trágico del pueblo judío y se ha favorecido, por intereses económicos, una imagen negativa del Islam, “que no se corresponde a lo que el Islam es – según denuncia Edward Said-, sino a lo que prominentes sectores de una sociedad quiere que sea”, y los “moros” no tienen buena prensa. Solo así se puede entender, por ejemplo, que el periodista Hermann Tertsch, desde las páginas de ABC, califique de infames a los que se atreven a “hablar de genocidio y comparar las “sobajas que hacen jóvenes soldados [israelíes] que se juegan y pierden la vida para evitar bajas civiles [palestinas] con los millones de judíos que fueron llevados a las cámaras de gas [por los nazis”]. “Sobajar” es manosear una cosa con fuerza, ajándola, dice el diccionario. Nada que ver con un genocidio. Como no hay más que un solo Dios, no hay más genocidio que el Holocausto – en el que, por otro lado, nada tuvieron que ver los palestinos. Pero, ¿cómo calificar la acción del ejército israelí que ha ocasionado ya más de mil muertos, miles de heridos (la mayoría civiles), más de cien mil desplazados y una destrucción material catastrófica, comparando estas cifras con los bajas israelíes de 40 militares y dos civiles muertos? ¿La desproporción no es la prueba de un delito, de un abuso de poder? ¿Qué honor puede haber en una acción punitiva tan desigual? Pónganse en la piel del otro. ¿Se imaginan que esta tragedia de destrucción y muerte se estuviera escenificando en Israel? ¿No diríamos que David se enfrenta a Goliat a pedradas? ¿No glorificaríamos a David?

Palestinos, de Lola Bañón

En Palestinos, tras 471 página de angustiosa lectura, donde la violencia y la muerte sobrecoge el ánimo, donde el terror se sobre impone a pasajes de ternura, a consideraciones históricas o clarividentes análisis políticos, la autora Lola Bañón – nuestra invitada- destaca en esa página una frase que es como un resumen de su libro, como una llamada a la conciencia  y  a la solidaridad del lector: “Palestina está sumida en el desastre humanitario”, escribe.