Estos días en los que el turismo, nuestra mayor industria, se hunde comprobamos las consecuencias de haber optado por un modelo productivo que podía volverse contingente. Pero quién podía pensar que el eterno sol, el ancestral patrimonio histórico-artístico, las exóticas inveteradas costumbres, la variada gastronomía y la amabilidad de nuestras gentes no bastarían, por causa de una pandemia, para sustentar las enormes inversiones que satisfacen el descanso y ocio de la sociedad de masas. Podía haber sido una guerra o convulsiones políticas lo que haría saltar el modelo, pero fue un virus. No obstante, el covid-19 es un producto también de nuestra sociedad, como lo son la contaminación atmosférica o los accidentes automovilísticos, por lo que me temo que no cambiaremos: el capitalismo ha demostrado hasta hoy que sabe cómo gestionar las crisis dentro del caos. El caos mismo no alcanza a verlo, tal es su miopía histórica. El resultado será el de cualquier crisis: más allá de las bajas humanas, del deterioro síquico y la ruina de muchos sobrevivientes, el capital, que, como dice Galbraith, encuentra un beneficio allí donde detecta (o crea) una necesidad, buscará sus nuevas oportunidades. Apriétense, pues, el cinturón, póngase la mascarilla y sálvese quien pueda. Sigue leyendo
Archivo mensual: julio 2020
El sentido de la Unión
Se habla mucho de Europa estos días. ¿Vendrá la Unión Europea a ayudarnos o a entramparnos aún más? Esta es la pregunta de cuya respuesta depende de que Europa sea algo más que una unión supranacional ajustada a los intereses de las multinacionales y a la sofística de sus intelectuales orgánicos. Ya sé que existieron Carlomagno, Carlos V, Napoleón, Hitler, Salvador de Maradiaga y Robert Schuman…, sin olvidar la mandíbula de Mauer, el hombre de Cro-Magnon, Atapuerca y las becas de Erasmus. ¿Pero existe una Europa unida, de hombres europeos, solidarios, eso que se llama la Europa de los pueblos? ¿O se trataría, más bien, de que en Europa se ha logrado, a un nivel más profundo que en cualquier otra zona del planeta, la formación de una clase capitalista transnacional que ha transformado el proyecto de la integración europea en un proyecto neoliberal que, preservando una soberanía formal de sus miembros, subordina su democrática gobernanza a los dictados de un mercado único? Esta Europa de los mercados y los mercaderes la conocemos bien. Sigue leyendo
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La cadena
https://monthlyreview.org/2020/06/01/covid-19-and-catastrophe-capitalism/REVIEW OF THE MONTH
No voy a repetir lo que conocemos bien con respeto a la pandemia del coronavirus. Solo voy a tratar de estructurar un argumento basado en un artículo aparecido en la revista Monthley Review porque relaciona el cobid-19 con la vulnerabilidad ecológica, epidemiológica y económica del sistema capitalista, acentuándola como nunca antes y adquiriendo dimensiones planetarias. Que yo recuerde, a nadie en tribunas y platós he escuchado hablar de “sistema”. Pero que el capitalismo es un sistema global no se puede negar, como tampoco que la pandemia ha ocurrido en el contexto del régimen neoliberal del capital monopolista- financiero que ha impuesto en todo el mundo la austeridad, incluso en la salud pública. Y esto sí lo sabemos bien. Pero hay más: En este sistema, los complejos circuitos comerciales y de producción se basan en la cadena de suministros y en la cadena de valor; la primera refiere al movimiento de los productos físicos, y la segunda al “valor añadido” en cada modo de producción, desde las materias primas al producto final. ¿Y saben cuántas empresas pueden intervenir en este proceso? Ni siquiera el consejero ejecutivo de una corporación multinacional lo sabe a ciencia cierta. Puede conocer los primeros suministradores, pero no lo suministradores de los suministradores y mucho menos los siguientes eslabones. Literalmente, “la pandemia del covid-19 es “la primera crisis global en la cadena de suministros.”. En febrero 2020, cuando la ruptura de la cadena de suministros estaba centrada principalmente en China, más del 90% de las 1000 empresas multinacionales de Fortune tenían uno o dos niveles de empresas suministradoras afectadas por el virus. Lógico, si se piensa que, cuando el nuevo coronavirus apareció en Wuhan, cincuenta mil compañías globales tenían al menos un suministrador directo en la ciudad china, y cinco millones de compañías tenían al menos dos. Y ya sabe, como se pare la empresa que fabrica las alas, el avión no vuela. Sigue leyendo
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