Archivo mensual: febrero 2022

El meollo de la crisis del PP

En mi modesta opinión, lo que le da su trascendencia a este descarnado enfrentamiento entre Casado y Ayuso no es solo los presuntos hechos de corrupción y espionaje para lograr el poder. Es decir los medios utilizados para los fines.   Esto no es nuevo y la justicia deberá determinar la veracidad de las acusaciones. De igual modo, la ambición personal por un cargo público, legitima en tantos casos, muchas veces tampoco repara en los medios para lograrlo. La historia está llena de infamias.

Lo que yo creo que da trascendencia a esta pugna por el poder tiene que ver con dos visiones diferentes de una línea política a seguir con respecto a Vox. O, lo que lo mismo, qué PP quieren los dirigentes de este partido en función de los intereses de sus élites económicas y sociales y  lo que creen que sería la oferta más votada por el electorado.

Una vez que se entendió que Vox podía representar un problema para la democracia se planteó dos estrategias: aislar al partido de ultraderecha o tratar de asimilarlo. La derecha nunca quiso aislarlo con un cordón sanitario, como se ha hecho en algún otro país democrático europeo, y el ascenso continúo de Vox ha hecho imposible asimilarlo: Vox ha crecido, ha volado por sí mismo y ya se ha hecho necesario para que el PP gobierne en varias Autonomías y Ayuntamientos. Con el resultado de las recientes elecciones a la Comunidad de Castilla-León, ya piden entrar en el gobierno con una vice-presidencia y varios procuradores y no ocultan sus esperanzas de llegar a la Moncloa y desbancar al PP como primera fuerza política de la derecha.

Creo yo que la pregunta en el PP es qué hacer. Aquí es donde hay que centrar el debate, aunque más bien parezca una trifulca en un patio de vecinos o una pelea de bandas callejeras. Desde aquella moción de censura donde Casado le espetó a Abascal: <<Hasta aquí hemos llegado… No somos como usted porque no queremos ser como usted>>, el presidente del PP ha optado  por  tenerlo  como una muleta. Pero cuando la que fuera su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, propuso un acercamiento a Vox para una reunificación de la derecha, fue destituida y cuando Díaz Ayuso ha sugerido algo parecido  en Castilla-León se han lanzado todos los truenos con un renovado <<Hasta aquí hemos llegado>>. Así, pues, no solo propicia el enfrentamiento la ambición de Díaz Ayuso, cuyo éxito en Madrid  le ha subido tanto a la cabeza como a las barbas de Casado y, si la dejan, quiere llegar a la Moncloa. Es que Vox se ha hecho imprescindible para el gobierno del PP, cuando no candidato a ocupar su espacio político. Es, pues, la radicalización o no de la derecha en este país lo que subyace. No es solo un problema del PP. O, como dice Núñez Feijóo: Se trata de qué alternancia ofrecer para un cambio de gobierno en España.

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En pánico

Me estoy informando.  He escuchado cuanto se ha dicho estos días en nuestros medios de comunicación y leído cuantos artículos y documentos han llegado a mis manos sobre la situación en Ucrania – desde los Acuerdos de Minsk al Cuarteto de Normandia, desde las promesas incumplidas a Gorbachov de no extender la OTA hacia el Este a la ocupación rusa de Crimea, desde la finlandización de Ucrania al intento de Putin de recuperar las fronteras de la extinta URSS, desde las amenazantes y múltiples sanciones a Rusia  a la dependencia europea del gas ruso,  desde las alianzas que se establecen  a la capacidad armamentística de uno  y otro bando, desde los movimiento de tropas a un conflicto teatral, de una guerra híbrida  a una  caliente, de una en el ciberespacio a otra en el espacio   donde respiramos, etc., etc.- y me he quedado con la opinión de Joe Biden, que yo creo que sabrá mejor lo que está pasando o va a pasar:  <<Se espera un ataque inminente de Rusia a Ucrania>>, asegura.

Y estoy confundido. Esta predicción, hecha en ese estado semi-soñoliento con que el presidente norteamericano utiliza para comunicarse urbe et orbi anula todas las declaraciones de políticos menores,  todo esfuerzo diplomático, todas las opiniones de articulistas y cháchara de tertulianos y, sobre todo, la recomendación de Josep Borrel, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Seguridad: <<No hay que entrar en pánico>>, aconseja.  ¿Cómo se puede ser tan frío? ¿Cómo se puede hacer esta recomendación? ¿Qué sabe el señor Borrel que ignora el presidente de EEUU?

¿No es para quedarse perplejo? ¿Hay acaso un peligro mayor que la posibilidad de un enfrentamiento bélico en un mundo con un arsenal de armas nucleares capaces de devolvernos a la edad de piedra o extinguir la vida en la Tierra? ¿Cómo se puede tener la precaución de poner una mesa de 6 metros entre Putin y Macron porque el francés no quiere hacerse un pcr y salir sin haber acortado un centímetro las diferencias para evitar el conflicto? ¿No es sorprendente que haya protestas en media Europa y parte del mundo por las restricciones a “la libertad” a causa de la pandemia y no haya ya un ¡No a la guerra! que se oiga desde Londres a Vladivostok, pasando por Córdoba? ¿Es que estamos locos y lo mismo nos da ocho que ochenta?

La situación no puede ser más crítica. Por poner un ejemplo. Si, como  afirma Alexander Vindman en “El día después de que Rusia ataque” (Foreing Affairs, 21 de enero), <<Washington no tiene  el deseo de emplear un poder duro (hard power)  para detener a Rusia,  ni bajarse de los principios y valores que ha mostrado durante décadas>>,  comprenda que yo entre en pánico.

PD/ La invasión de Ucrania valida las predicciones de Biden, ha cambiado el tono de Borrel  y  Putin ha perdido toda razón en la causa. Por mi parte, mi más firme repulsa y condena a esta acción militar.

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