Diga adiós a Margaret Thatcher

Cuando la conservadora británica Margaret Thatcher llegó al poder en 1979 el mundo era muy diferente al de ahora. No voy a decir si mejor o peor. Como es lógico, a unos le habrá ido mejor que a otros y es posible que la denominada Dama de Hierro haya pasado a mejor vida convencida de la razón de su causa y del beneficio de sus políticas “como apasionada defensora de la libre empresa”, según se define en su autobiografía Los años de Downing Street. De hecho, su meta confesada, nada más hacerse cargo del gobierno, fue la bajada de la inflación mediante la disminución del crecimiento monetario y el control de la deuda pública, con el fin de «asegurar una mayor estabilidad financiera para que los negocios y los particulares pudieran actuar con confianza». Entendía que el Estado debería tener un papel más restrictivo y «que el objetivo debería ser una reducción de los impuestos, los controles y las interferencias.»  Era una alumna aplicada de las teorías monetaristas de la Escuela de Chicago y de las políticas neoliberales que las implementaban.

Los dos reinos (comentario a un artículo del jesuita Loring)

En un artículo titulado “El reinado de Cristo” (Diario Córdoba, 7/4/2013), el jesuita Jaime Loring acaba de recordarnos muy oportunamente que Jesús de Nazaret dijo: “Mi Reino no es de este mundo”. El padre Loring llega a dudar del acierto de Jesús en usar el término “Reino”, en vista de los malentendidos a que ha dado lugar a lo largo de la historia. Así, describe con patetismo las burlas de que fue objeto Jesús en la cruz por quienes, al verle crucificado entre dos ladrones, se defraudaron en sus esperanzas de redención en este mundo; apunta la indiferencia de Pilatos ante un reino que no amenazaba el mandato político de la Roma imperial; señala las pretensiones de los hermanos Juan (el evangelista) y Santiago (patrón de España) para encabezar el nuevo reino cristiano; censura aquella curia romana que, confundiendo el plano espiritual con el material, elevó su esplendor hasta un punto que no desmerecía, ni mucho menos, de las cortes de un Luis XIV, Felipe IV o los Médicis…