¿Estamos condenados al Tercer Mundo?

Puesto que los tantas veces anunciados “brotes verdes” no se ven por ningún lado en el erial de la recesión; ni vemos brillar luz al final de un túnel cada día más largo y angosto; ni tenemos ya fe en la paradoja de que, del desempleo, se cree empleo y, de la pobreza, nuestro bienestar futuro; puesto que estamos escarmentados a fuerza de atracos y engaños, empiezan a proliferar los apocalípticos.

Desahucios y suicidios

En esta España de los banqueros, entre miles de familias desahuciadas, Amaya Egaña, acosada por la policía judicial, prefirió suicidarse antes que entregar su casa al banco, y el Gobierno ha tomado nota, alarmado o asustado de que la gente en masa grite ¡basta ya! y se líe un dos de mayo. ¿Qué otra cosa podía hace el Gobierno, si no hacerse eco del clamor que cruza toda la sociedad española y exige detener esta injusticia? Se me dirá que a buena hora mangas verdes cuando, a un ritmo de 532 casos diarios, ya se han producido más de 400,000 desahucios. Pero también reconocerán que no es fácil ponerle el cascabel al gato.

Elecciones USA: Forward

Las elecciones presidenciales en USA se presentan reñidas según sondeos, en gran parte porque Barak Obama no ha podido cumplir mucho de lo que prometió en 2008 con su eslogan optimista y esperanzador de “Podemos” (We can). No pudo roer, por ejemplo, el hueso de la sanidad pública, que sigue estando como lo dejó Lyndon B Johnson en 1965, es decir, con el medicare, que cubre a los mayores de 65 años y el medicaid, que atiende a algunos pobres, no a todos. Unos 40 millones no tienen ningún tipo de asistencia médica. Un verdadero hueso podrido en esta sociedad que se presenta como opulenta. Por ahora van ganando las políticas conservadoras que favorecen a las compañías privadas de seguros y que son las que hacen negocio con la salud de los norteamericanos.

La huelga, el Gobierno y los mercados

Ante la huelga general convocada para el 14N en sintonía con otros países europeos, el Gobierno de Rajoy y la CEOE advierten de los perjuicios que se causaría para la deuda pública y la economía, y se muestran preocupados por el interés general del país. Ya en el siglo XVIII, el insigne Samuel Johnson observó que “el patriotismo es el último refugio de los sinvergüenzas”. Vieja cantinela esta pues.
Los mercados, por el contrario, no se andan con tantos escrúpulos patrioteros. Como bien señaló Richard Sennett (La cultura del nuevo capitalismo, Anagrama, 2006), hoy la estructura de la propiedad es demasiado complicada para servir a los intereses nacionales y las naciones están perdiendo su valor económico. Por eso la banca es internacional y, por ejemplo, “la City de Londres no es británica” (es centro de una red de paraísos fiscales), como el gobierno español no es totalmente soberano (es un apéndice de las política neoliberales comandadas por el Bundesbank), que da pena las quejas de nuestro presidente del Gobierno por verse obligado, con mayoría absoluta, a hacer lo que no le gustaría hacer. (Y en vano sería que le aconsejáramos que se dedicara a hacer otra cosa, porque vendría otro y haría lo mismo).