El paro, los políticos y la Telefónica

     Según las últimas encuestas, la mayor preocupación de los españoles es el paro. Incluso es mayor que el rechazo que se le tiene a la clase política o al terrorismo, lo que en pura lógica creo que es como afirmar, si se me permite decirlo a lo Clausewitz, que el paro es una forma de terrorismo por decisiones económicas de los políticos. Luego, al ciudadano le preocupa más la situación política que la amenaza terrorista, lo que no deja de sorprender, porque, aparte de que se está aventando constantemente esta amenaza, los políticos pasean en libertad por la calle, asisten al Parlamento a veces, se trasladan siempre en coches oficiales, se ponen el sueldo de acuerdo a sus necesidades, obtienen pronto los derechos de jubilación por su cometido en el bien público, y si a alguien se le ocurre pedirles que den ejemplo de austeridad viajando en clase turística por ejemplo, como ha ocurrido con los europarlamentarios, pues te dicen que para eso no se han metido en la política. Ellos están en política por tener un currelo, algunos por el servicio público y otros para forrarse si se tercia y, como se comprubea, se les teme y se evita denunciar su incompetencia.

La doctrina Barack Obama

    Había expectación. Barack Obama iba a hacer unas declaraciones sobre Libia desde la Universidad de la Defensa Nacional en Fort MacNair, Washington D.F y, si alguien sabía de qué iba el asunto en ese país africano y quiénes eran realmente los rebeldes que se alzaban- y aún lo hacen- contra un Gadafi domesticado dentro de su jaima de beduino, tenía que ser el inquilino de la Casa Blanca, cuya determinación de sacar las tropas de Irak daba un sesgo a la política exterior de la superpotencia que rompía el intervencionismo preventivo de la administración W. Bush.