No se puede servir a Dios y a Mammón

Si verdaderamente el reino de Cristo no fuera de este mundo; si se pudiera delimitar claramente lo que es de Dios y lo que es del César, la denominación de un nuevo Papa no tendría el mismo peso específico. Pero no es así y, cuando los cardenales reunidos en Cónclave eligen a un nuevo representante de la Iglesia Católica, mucha es la expectación y la esperanza de la gente, muchos son los caminos que conducen a Roma, y la gran mayoría de las naciones envían a sus jefes de Estado y de Gobierno con sus sequitos, independientemente de sus creencias. Es un acto político de gran envergadura.

Requiem por Hugo Chávez

El ciudadano ingenuo que haya seguido la reacción del pueblo venezolano a la muerte de Hugo Chávez y estuviera acostumbrado a las lindezas que la mayoría de nuestros políticos, medios de comunicación y foros de opinión le endilgaban cuando estaba vivo, se habrá llenado de estupor. Esa multitud que, dolida y sincera, siente la muerte de su líder como pocas veces se ha visto en estos tiempos de dirigentes corrompidos moralmente y despreciados por la sociedad civil, le habrá situado frente al acontecimiento como el mono que se rasca la cabeza interrogante ante el encendido de una bombilla.

La realidad encantada

Con diferencia y lógica, más allá de los casos puntuales de corrupción escandalosa, la mayor preocupación de los ciudadanos es el paro y, de aquí viene, fundamentalmente, el rechazo que se le tiene a la clase dirigente por seguir aplicando unas políticas que no dan resultado para atajarlo. El paro es una lacra sin paliativos.
Tal vez con una economía en pleno empleo la gente sería más tolerante con los corruptos y apoyaría o votaría al partido en el poder sin más miramientos. Es triste constatar que el “dame pan y llámame tonto” es un saber popular que hace más llevadera “la trágala”, pues no se entendería de otra forma tantas evidencias históricas de listas electorales encabezadas por imputados que han sido votadas o conductas nada éticas que han sido olvidadas o aplaudidas cuando “España iba bien”.