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El grito

 Hace unos días, delante de la plana mayor del PP haciéndose la foto de familia en el parque El Retiro de Madrid, un individuo, micrófono en mano, rompió la seguridad y gritó: “¡Sois la mafia!” El espontaneo fue reducido y la foto recogió la sonrisa forzosa de los políticos peperos para quitar hierro al asunto. Acto seguido, Rajoy aprovechó para atacar a los “radicalismos”.

   Este incidente me ha recordado uno de los muchos carteles de la acampada en la Plaza del Sol en Madrid con el que se inició el movimiento del 15 M y en el que se leía: Un grito rotundo para cambiar el mundo. Sorprendido por el titánico fin con métodos tan humanos, imaginaba yo que ese grito sería parecido al del cuadro de Edvard Munch, donde un rostro contempla algo con una expresión horrorizada y las ondas sonoras de ese grito se expanden en un paisaje gélido y crepuscular. ¿Qué cosa o suceso pudiera provocar tal expresividad artística? No se ve en el cuadro. Munch solo declaró que quiso que “el grito se oyera”.

   Hay cosas en nuestro mundo que no se pueden mirar sin gritar, cierto ¿Pero cambiar el mundo no a pedradas ni a tiros sino a gritos? ¿Con un solo grito? ¿Cambiar el mundo liberándolo de especuladores, de hipócritas, de fariseos, de corruptos y codiciosos? ¿Qué invocaría o demandaría ese grito? ¿Un mundo más igualitario y justo? ¿La demolición del neoliberalismo? ¿La refundación del capitalismo? Pero, si fuera esta la meta ¿cómo lograrla? ¿Con un grito?

    ¡Cuántos gritos no habrá dado ya el hombre para cambiar el mundo y dignificar su vida! En estos últimos tiempos muchos gritos han atronado en nuestras calles en manifestaciones de protesta ante una crisis que se ha cebado con los más débiles. Mucha gente más grita para sí cuando se ponen en la cola del paro, cuando buscan trabajo que no llega, cuando pierden el que tiene, cuando se enteran de los indignantes y continuos casos de corrupción. Muchos jóvenes gritan con el desdén cuando, humillados, se ven obligados a abandonar su país para ganarse el sustento. Muchas madres han gritado en silencio en sus cocinas ante la impotencia y la necesidad. Yo diría que los gritos que más aturden son los que no suenan, los que se alimentan del pan de la resignación y el rencor. Diez millones de españoles están al borde de la exclusión y gritan ¡Cambio!

   El grito del individuo lanzado a la cara de Rajoy puede juzgarse como un caso aislado, desesperado, y recibir una cínica sonrisa de conmiseración, pero la protesta política y social que recorre un mundo globalizado y en la que diferentes edades, ideologías, creencias y etnias confluyen en la busca de un modelo alternativo que se oponga al capital monopolista y financiero, a la tiranía de los mercados, es un clamor al que la clase política no puede hacer oídos sordos.

   Dicho esto, a mí me da miedo la gente que calla ante las injusticias de nuestra sociedad.

 

 

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¡A las urnas!

Coger un taxis muy de mañana es excitante, porque el taxista va con la radio puesta y te pones al día de lo que pasa en el mercado político y da para el palique del trayecto. La noticia de actualidad era el debate cara a cara entre Rajoy y Sánchez en la tele el día anterior y la polémica era si se mantuvieron las formas democráticas entre los dos candidatos. Rajoy opinaba en la radio que nunca en su vida había presenciado maneras tan agresivas en un debate, pero ya sabemos que Rajoy olvida con facilidad lo que dice y la periodista le recordó algunas de las lindezas que en varias ocasiones él mismo le lanzó a Rodríguez Zapatero cuando estaba en la oposición. Lo menos que le llamó fue “traidor a las víctimas de terrorismo”, lo que en este país casi equivale a una sentencia de muerte política. En cambio, el atrevimiento de Sánchez al calificar a Rajoy de indecente fue considerado por este de ”ruin, mezquino, deleznable y miserable “ y se comprendía el por qué: no es lo mismo hablar en el Parlamento que ante siete millones de teleespectadores en vísperas de unas elecciones. Hasta ahí pudiéramos llegar. La periodista insistió: <<¿Lo que vale en el Parlamento no vale en un debate televisivo?>>. Pero Rajoy quería ya pasar página y abordar el tema económico, en fin, esa cantinela de que la macroeconomía va mejor y que se está creando empleo. Sigue leyendo

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